9 de junio de 2013

encuentro despues de 5 años



El viernes se reunieron las diez promociones del curso de dirección avanzada de recursos humanos de Esade. Me cogí el día de fiesta para asegurar poder asistir. Tenía ganas de ver a los antiguos compañeros de esos intensos meses de aprendizaje. Faltaron muchos. Algunos mandaron sentidos mensajes lamentando no poder estar, otros simplemente callaron o quizás ni fueron localizados. Los que nos vimos, pareció que no hubieran pasado cinco años, aunque la vida de todos había cambiado. Los abrazos, los besos, el cariño, estaban ahí. Solo por ellos y por representar a los demás, valió la pena asistir. En nuestras conversaciones salieron todos los que faltaban.

Hago este post para rendir tributo a las risas y los llantos del invierno de 2007-2008 que fueron el origen de este blog. A los abrazos. No olvidaré nunca la mirada refrescante y profunda de ese intercambio de ideas, esas tardes de confesiones, esas charlas inacabables, y esos bailes…Encontré la verdadera esencia de mi profesión entre esas personas. Y mucho más de mi misma. Gracias a los dos idearios y conductores del curso, pero también a los participantes. Acompañada por profesionales con diferentes maneras de aplicar una misma visión de la gestión de personas; pero sobretodo acompañada por personas. Nos enseñaron a vernos a nosotros mismos, tal como hemos de ver a las personas con las que trabajamos, desde la autenticidad del verdadero yo. Nos enseñaron la apasionante arquitectura de las relaciones que se tejen en convivencia. Fue apasionante.

El viernes éramos 90 antiguos alumnos. Todo un orgullo para Ceferí i Joan el que tantos hubiéramos asistido al evento. Con naturalidad, nos conocimos un poco mejor algunos y rememoramos viejos tiempos los otros. Una vez más, me sentí identificada con las vivencias de los que tuvieron la ocasión de compartirlas. Como en un espejo de lo que han sido estos años para mí, la explicación genuina de nuestro rol en diferentes momentos de la vida de tres empresas: nacimiento, desarrollo y muerte. Me quedo con la honestidad con que presentaron su labor en cada caso, y la valentía de ser coherentes con sus creencias. Comprendí una vez más cuan necesario es mantener esa red entre profesionales para no sentirnos aislados en nuestras organizaciones. Para impulsarlas mirándolas en perspectiva, desde lo común y lo diferente de la mirada de los otros. Y qué diversidad.

Uhm.. de la diversidad hablaré otro día.

Abrazos a Gabi, Imma, Monica A, Meritxell, Antonio, Monica F.,Maria, Edurne, Camen, Joana, Josep, Eva, Soraya, Fernando, Jordi B, Jordi S, Montse, Jaume, Vanesa, Anna y Marti. Creo que no me dejo a nadie.


Cançó d'amor i de guerra sota la mimosa



Cada tarda després de dinar, amb la seva tassa de cafè encara fumejant, el meu avi s’aixecava de taula i amb pas tranquil creuava l’empedrat i tot el tros de grava del pati fins arribar al cobert del final de la casa.

Si feia bo, s’agafava una cadira balancí i una tauleta de fusta que ell mateix s’havia fet reciclant palets de càrrega de material, i les col·locava fora tot portant una radio vella o un reproductor de cinta de rodet que encara feia rutllar. Allí, a l’ombra de la mimosa que li havíem regalat tota la família potser quan va fer 75 anys, s’asseia a escoltar música clàssica de la radio o sarsueles. A vegades fins i tot eren antigues gravacions de sarsueles o concerts del “Social” del carrer de la Font Vella o del coro al Sant Esperit que ell mateix havia gravat.

Si feia fred, engegava la llar de foc i feia el mateix ritual a dins del cobert, sense fer cas a la meva àvia que sempre li deia que la roba li faria pudor de fum. Durant molts anys, allí al cobert hi guardava una caixa de caliquenyos, que encenia un dia rere un altre allà on s’havia apagat el dia anterior, quan després de les primeres pipades, se li quedava entre els dits, o clavat amb un escuradents que era una de les maneres que el meu avi utilitzava per fumar.

Si t’hi acostaves per estar una estona amb ell i li preguntaves que era el què escoltava, ell tararejava amb una veu suau la melodia de la cançó, tancant els ulls o mirant-te somrient, acompanyant amb la mà del caliquenyo les onades d’aire segons feia la música que estimava. Un dia li vaig demanar que em fes una còpia d’una cinta que m’agradava especialment: “Cançó d’amor i de guerra”, que avui he recordat perquè la fan al Teatre Victòria, i m’ha portat a ell.

Gràcies avi.

2 de junio de 2013

Primavera 2013



Caen los pétalos blancos de las flores del ciruelo. Es la nieve de cada primavera danzando en el aire que atrae con su perfume mi mirada. También la visita de un par de tórtolas que anidan en esta zona del parque. Parece que han salido de fiesta con su brillante collar verde. Todo el jardín está cubierto por el mullido manto de flores que revolotean al aire suave de la lluvia de abril que se avecina. Entre tanto blanco resaltan los tulipanes con su apasionado color rosa que da un toque delicado de color al conjunto. Las flores amarillas de las plantas carnosas en las macetas cerca del muro y el lila azaroso que resalta por todo el romero que crece a un lado, acaban de pintar el cuadro de mi jardín en esta tarde de sol y sombras.

Quizás inspirado por esta belleza en el ambiente, el vecino se ha puesto a tocar su violonchelo. Toca con suavidad una pieza que no logro identificar. Los cantos de los pájaros le acompañan. El ruido mortecino de la tormenta que va acercándose se convierte en la sorda percusión de este concierto.

La menta verde crece por doquier en mi trocito de edén. Alguien me avisó que podía pasar, pero no me importa, ¡huele tan bien recién mojada! Recojo un manojo y pongo agua a hervir. A los cinco minutos, mi té al estilo bereber humea y el primer sorbo me transporta a mis viajes. Sólo que hoy estoy en casa, y me siento feliz entre estas maravillas. No en vano alguien nombró la zona donde vivo Vallparadís.

13 de abril de 2013

Everything has its plan


Fueron buenos momentos. Hoy al apetecerme escuchar la música que me dejaste, sabía que los volvería a recordar. Han venido de golpe hasta llegar a mi lado. Debe ser porque he estado esta semana en el lugar en que nos conocimos. Como tu, mis sentimientos desaparecieron debajo de mi ajetreada vida hasta hoy desde la última vez que hablamos. No es que sienta lo mismo, no, ya no. Somos personas diferentes ahora. Pero tu música me ha transportado a la pasión y la calidez de aquellas miradas. Cada hombre se quiere de manera distinta, y a ti te quise intensa, desbordante, felizmente; aunque al final lo que descubrimos resultó que no podía ser.


Estoy a un clic de ti. Se quedó tu teléfono en mi agenda y no he llegado a borrarte. Podría aparecer en tu vida ahora mismo con un “smile” después de todos estos años. Quizás buscando otro “smile”. Usando la frase de otro me bastaría con preguntarte: “¿Todo bien?” “Todo bien”. No necesito, no quiero saber más. Pienso que alguien debería enviarnos al final de nuestras vidas un resumen de lo que han acabado siendo. “Fue feliz”, quizás bastaría. Si te vas antes que yo, buscaré tu epitafio. Pero el desapego es también esto. Confiar que va a ser así, y dejar que ese algo mayor que nosotros haga el resto. Así que creo que es mejor dejarte hacer como decidiste, aunque sé que hace unos minutos has mirado tu móvil. Con esto es suficiente. Estás bien. 

Y yo, simplemente lanzaré estas palabras al vacío para darte las gracias, para darnos las gracias, por ese torrente de emociones que se despertó en nosotros esos días dorados. Ese torrente que ha vuelto hoy escuchando tu música y me hace recordar cuán vivo se puede llegar a estar. Cada persona aparece en la vida por una razón y tú lo hiciste para traer tu música y mostrarme como puedo llegar a ser al escucharla. Una gran enseñanza. La vida es una caja de fuegos artificiales por despegar. Efímeros y espectaculares. Como una película de guión perfecto, los fuegos empiezan y acaban en un espacio de tiempo que puede ser corto, y a la vez infinito.