22 de enero de 2011

Historia de un tarugo

Viernes por la mañana. Presentación ante el jefe. Pensamos que debe haber algo tangible en la charla del lunes que va a dar a todo el equipo, y no lo hemos podido hablar antes. Sería algo que los asistentes puedan tocar, que se mantenga en la mano por unos minutos de manera que perduren las palabras un poco más... Un elemento que se lleven con ellos y que requiera de una acción en consonancia con lo dicho; y al menos será un primer paso guiado hacia ese camino. Un objeto que, una vez en cada una de nuestras mesas, recuerde hasta que se vuelva transparente, lo que hemos de emprender este 2011. Algo diferente a lo hecho hasta ahora. Lo que hemos preparado con mi equipo, con un guión escrito de actuación, no es lo que al final se aprueba. Una parte del trabajo perdido, pero lo que surge valdrá igualmente para nuestro propósito. Lo hemos convertido en un trozo de madera, que lleve inscrito “¡¡Lo haremos!!” en una de sus caras, junto con el emoticón del guiño para darle calidez y complicidad a estas palabras. Una vez entregado a los asistentes, vendrá la acción para reforzar el mensaje.

No parecería un reto demasiado difícil, a no ser por la dimensión de la tarea y porque la semana acaba esta tarde y está llena de reuniones para todos. Necesitamos 180 tacos de madera de 10cm marcados para el lunes a las 10h de la mañana. Somos de recursos humanos y no hay ningún departamento que se pueda ocupar de un encargo así a estas horas, por lo que nos lo tendremos que cocinar entre nosotros. Mi equipo dice “esto no va a quedar bien…”.La cara de desaprobación ante los cambios de planes denotan poca flexibilidad. Los mataría, paciencia. Tampoco hay presupuesto, así que la única opción que se nos ocurre es hacer algo tan sencillo como conseguir que alguien nos corte los tacos y escribir con rotulador negro el mantra en cuestión. Pongo a una persona a buscar la manera de encontrar estos tacos hechos. Al cabo de poco aparece por la puerta del despacho: “Imposible, en los diferentes centros de bricolaje de los alrededores se niegan a cortarlos a esta medida tan pequeña”. Al menos viene con una contrapropuesta, comprar piezas de madera de colores para los niños pequeños; pero no hace falta saber el precio para suponer que será inalcanzable. Me deja en un post-it las direcciones anotadas de los centros. Ella tiene otra reunión antes de marcharse, así que se ofrece para que, si encuentro la manera de hacerlo, la llame para pasarnos el sábado por la tarde escribiendo las 180 frases en los tacos de madera. Sabe como yo que, aunque no lo parezca, esto es importante y queremos hacerlo bien. Por esta misma razón no le he dicho que no era posible al jefe esta mañana.

Mientras tanto, he llamado a Bob El Manitas que tiene una tienda de grafismos e impresión. Le expongo qué necesito, porque sé que él siempre encuentra una solución. “Uhmmm… tal y como me lo dices, esto podría quedar bien grabándolo en la madera con mi máquina láser, solo que, ¿para cuando has dicho que lo necesitas? Si es para el lunes tendré que trabajar todo el fin de semana y te costará más”. Da igual, ni con el precio de trabajo normal llegamos para el presupuesto que me he fijado. Cualquier gasto que se visualice en este momento para una cosa así, se considerará superfluo e innecesario y será criticado por toda la plantilla. Sería trabajo en valde. Le digo a Bob que pasaré el sábado por la mañana a buscarle un par de rotuladores negros.

El viernes, antes de que cierren, me acerco a un centro de bricolaje que aparece en el papelito y que es el único que conozco. Voy directa a la sección de maderas y después de haber repasado toda la hilera de listones de diferentes medidas, encuentro lo que busco, una barra gruesa de 4 cm de madera de abeto con el sello FSC a un precio asequible para ser cortada en 24 trocitos de 10 cm en el mostrador. Me acerco al chico que no tiene trabajo en este momento y le pregunto si puede cortarlo a esta medida. Para mi sorpresa me dice que si. Uno a uno, me llevo la serie de 23 (un taquito se pierde con cada corte) que hará de prototipo de mi producción.

Antes de llegar a casa, me acerco al piso de mi amiga Der Künstler (la artista, en alemán), quien sentencia, cuando le muestro un taco y le explico mi idea, que aquello que pretendo quedará una chapuza. “La madera es un material noble” añade “y no merece ser tratada de esta manera”. "Además, no sé cómo sois en tu empresa, pero esto es propio de unos aficionados." “Es que no tengo presupuesto para nada más”, balbuceo, y añado “¿Se te ocurre algo?” “No. ¿qué quieres que se me ocurra?”. No le digo nada más y me voy desanimada a hacerme la cena.

Sentada en el sofá delante de la tele, miro la bolsa de 23 taquitos que huele a madera recién cortada. Saco uno y lo volteo de una mano a otra. Es agradable al tacto. De pronto, se me ocurre que no es demasiado tarde para llamar a Monsieur Le Bricoleur. ”Podrías pintarlo con spray para grafitis, con una plantilla”, se le ocurre. Una luz se abre de pronto ante mí. ¡Por fin eso parece una buena idea! Mientras lo pienso, él continúa dándome la solución ”…quizás podrías coger un plástico fino y recortar con un cutter las letras de las palabras…” ¡excelente! Es increíble la capacidad de apaño y sin recursos que tiene Monsieur Le Bricoleur. Le doy las gracias y me pongo a buscar un plástico con el que cortar, pero me falta la pintura, así que vuelvo a llamar a Bob el Manitas que aún estará en la tienda trabajando. “No tengo pintura, pero te puedo hacer la plantilla con un papel especial para estarcir que resistirá la humedad para hacer las 180 pintadas y además no hará que la pintura se te pueda deslizar por la madera como el plástico. Las letras, que tienen que ser de un determinado tipo para que con la pintura se pueda leer, las escogemos y diseñamos con el ordenador que conectado al láser recortará la plantilla. ¿No ves que de otra manera no te saldría? Mañana por la mañana pasa un momento por la tienda con un taco y lo hacemos.” ¡Salvada! Y cuantas cosas aprendidas.

Al día siguiente con Bob el Manitas hacemos la plantilla y me indica una zona de la ciudad dónde puedo encontrar la pintura. Voy de inercia pero encuentro la tienda, además me ha dicho que me proteja y compre una mascarilla, guantes de latex y algo para cubrir el pelo. Cuando llego a casa me instalo en el jardín y cubro con papeles de periódico la mesa de operaciones. Tal y como Bob también me ha aconsejado, cojo una pinza de tender la ropa para sostener la plantilla a distancia. Me pongo gafas también para proteger los ojos. No en vano me he pasado la vida en prevención de riesgos. Pruebo los primeros 24. Una pasada, porque si son dos las letras se vuelven ilegibles, igual que si voy demasiado despacio. Cada diez tacos, tengo que limpiar la plantilla que queda chorreando de pintura, aunque esta permanece intacta. Con estas pruebas he perdido algunos tacos. Pero funciona, ¡fantástico! Le muestro el resultado a Bob y Monsieur Le Bricoleur y lo encuentran aceptable. Gracias, gracias!

Ya no aviso a la persona de mi equipo. No se a qué hora acabaré haciendo todo esto. Vuelvo al centro de bricolaje en sábado por la tarde. Quedan justos los listones de madera necesarios para hacer los 160 tacos que me faltan. Cuando me ve llegar el chico del mostrador, sabe a qué vengo y se asusta. Está repleto de gente y va a tardar más de una hora. Le digo que no tengo prisa y que vaya intercalando pedidos mientras hace el mío. Todo sea porque no me diga que no después de haber llegado hasta aquí.

Al día siguiente, me dedico en una hora a pintar todos los tacos que por suerte secan casi al instante. Estoy cansada y el fin de semana se ha quedado corto, pero el lunes habrá algo que entregar a cada persona, y eso me satisface.

Lunes por la mañana. La gente se sonríe, y juega con los tacos con curiosidad para saber que significan mientras se van sentando para escuchar al jefe. Así que ya ha valido la pena. Ahora vendrá lo verdaderamente importante, pero la contribución está hecha.

Los tacos están encima de nuestras mesas. En la charla, el jefe pidió que escribiéramos en las 3 caras restantes, palabras que nos evocasen a la manera de contribuir a la frase principal. “¡¡Lo haremos!!”. Vino una persona después a verme, cuando le pregunté que le parecía,  se le ocurrió decirme que los signos de admiración estaban mal puestos. Efectivamente, me había dado cuenta cuando ya tenía los primeros 20 pintados, pero Bob ya había cerrado su tienda para hacer otra plantilla. Pregunté a otra persona qué le había parecido: me dijo que ya había quien decía que los tacos de madera de esta longitud se llaman tarugos, con un claro doble significado como si de un insulto se tratase hacia las personas al haberse entregado este objeto. Una semana después y seguramente muchos tacos continúan vacíos. Mi equipo puso las palabras el primer día y me preguntó sin cesar cuando las escribiría yo, hasta que hice mi lista y escogí tres palabras, esta vez si con rotuladores de colores. Vinieron a leerlas y yo he leído las suyas, y ha sido muy instructivo. Verdaderamente cada uno ha puesto la aportación que hace al “Lo haremos” desde sus fortalezas y lo que piensa que es importante. Nos hemos felicitado y alabado mutuamente nuestras cualidades. Hemos estado conversando sobre ellas. Estoy convencida de que mi equipo lo hará. De la misma manera que mostré que se podía hacer el taco.

Hoy vino una persona a mi despacho y cogió mi taco. Leyó la frase ¡¡Lo haremos!! Y empezó callado a jugar con él. Me preguntó qué significaba una de las palabras que yo había escrito: Resiliencia. “Es la capacidad de algunos materiales de volver con rapidez a la forma original." Puse la definición pensando en lo que hemos pasado y cómo debemos sobreponernos. "También es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas (Wikipedia E. Chávez y E. Yturralde (2006).” No lo sabía. Podría contarle la historia de este tarugo… Hemos conversado sobre esto y lo que él piensa que debemos hacer para conseguirlo.
Estoy satisfecha.

Espero conocer otras historias de satisfacción a raíz de esta. Tengo un buen feeling...


Post de: Eulàlia

3 comentarios:

Ester dijo...

Lástima de signos de admiración, sí.
;-)

Pero está claro: quien la sigue, la consigue.

Bien por ti, Eulalia, y por tu equipo. Toda una lección de que realmente querer es poder.

Besos

BLOG de Direccion y Desarrollo de Personas dijo...

7 de febrero de 2013. Hoy lo hemos conseguido. Aunque nadie se acuerda del trozo de madera, yo si. Y quiero rendir homenaje a todo el trabajo que se ha hecho en todo el equipo, aunque ni ellos lo sepan. Han pasado muchas cosas desde entonces y somos diferentes. Somos otros, y muchos se han ido por el camino. Pero fue en cierta manera una época bonita, por lo intensa, por el aprendizaje, por las buenas relaciones y los buenos momentos, que también los hubo. Es el cierre de una etapa, aunque la incertidumbre sigue con nosotros, quizás para siempre. Y quien sabe, si habrá un final.

BLOG de Direccion y Desarrollo de Personas dijo...

VICTORY